En el corazón de Galicia se encuentra la Serra do Faro, sierra que divide las provincias de Pontevedra y Lugo. Su punto más alto es el Monte do Faro de 1181 m y en él se dividen los municipios de Rodeiro y Chantada. A escasos metros de este, sobre otro promontorio de 1155 m, ya en el concello lucense de Chantada, se localiza el Campo da Festa, en donde se encuentra la Ermida da Nosa Señora do Faro. Este monte fue desde épocas remotas lugar de consagración de ritos paganos y lugar probable de la existencia de alguna atalaya galaico-romana, como lo demuestra los hallazgos de alguna moneda del Bajo Imperio de época de Dioclesiano. Su estratégica condición hacía de este lugar un magnífico mirador para controlar el paso entre los Conventus Lucensis y Bracarensis. Sin embargo su gran altura hacía que las condiciones de vida fueran muy adversas para mantener algún tipo de poblamiento fijo y por ello es fácil que durante la historia tan solo hubieran existido aquí destacamientos o templos de caracter temporal.
Hoy se levanta una ermita en honor a la Virxe do Faro de gran devoción en la comarca y en toda Galicia. Se sabe por las excavaciones del siglo XVIII que existió un templo anterior de origen quizás románico, construído sobre otro todavía más antiguo, de quizás origen pagano. Sabemos las ganas de cristianizar estos cultos por parte de la iglesia católica durante toda su historia, como sucede en muchos puntos de la geografía gallega. El actual templo es de la segunda mitad del siglo XVII con reformas en los siglos posteriores. Ya a principios del siglo XIX (1805), el Obispo de Lugo, Felipe Peláez ordenó la demolición de la capilla para sufragar los gastos de las luchas contra los franceses. Más adelante se volvió a reconstruir y a recuperar la romería cuyos orígenes se pierden en los tiempos. La iglesia es de planta de cruz latina con cubierta de madera a dos aguas. El prebisterio está formado por bóveda de cañón y se encuetra dividida en tres tramos por cuatro pilastras con arco de medio punto. Los muros son de mampostería y sillería de granito y pizarra. Destaca en el interior el retablo mayor neoclásico obra de Tomás Figueroa Rodríguez.
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